miércoles, 16 de enero de 2013

Atila y Andrea


Él está a la izquierda corriendo
En un paisaje absolutamente voraz
Intentando superar el maldito sonido
Y así poderla alcanzar.

La arboleda negra y espesa
Le tapó toda la cara
Cerró los ojos y se la imaginaba
Sola y entregada mirando la TV.

Momentos donde el subconsciente se divierte
Baila, después se sienta y comienza a pintar.

Ella tenía una tiara con una cruz roja
Y una ambiciosa misión del mundo cambiar
Él se desafiaba y buscaba modificarse a sí mismo
Pero a veces todo le daba igual.

Una jaula y un jugador al que Andrea no pudo curar
Una frustración y la sien que comenzó a estallar
La vida no tiene cura, solo veneno
Veneno que se diluye con sólo respirar.

El aguijón funcionó y él se embobó
Filosofía de cartón para una hora o dos.

Angelical y desconsolada se sentó en un sillón
Mirando un programa vacío de televisión
Atila por una vez quiso ser rey de un reino
Se acercó y de atrás la abrazó.

Los todos los relojes se derritieron
Al momento en que ella sonrió.

Estuvieron juntos así un largo rato
Hasta que él tímidamente la soltó
Era horario de despertarse en casa
Sin reproches y sin rencor.

Sin embargo los mejores caprichos son los repentinos
Algo se encendió dentro de Atila
No lo dudó y no lo pensó
Volvió de sus pasos, tomó a Andrea y la besó.

Ojos cerrados a placeres imposibles
Mejor soñarlos que matarse por el hoy.

Una semana pasó para que el rey se diera cuenta
Que su título de nobleza a nadie gobernó
Y ahora se encontraba corriendo a Andrea
Dulce nostalgia amarga agonía
Por una fantasía que no le bastó.

A Atila le encantan las espinas
Pero Andrea detesta las rosas.


(Alejandro Caminos, 2013)

Profundas o superficiales, las fantasías de los humanos suelen ser curiosas. Sin embargo, todo se torna gracioso cuando se dejan influenciar por ellas, creyendo que pueden hacerse realidad con tan solo desearlo, sin mover siquiera una pupila por ello. Y más caricaturesco resulta verlos llorar o patear las piedras. Todo por un simple truco del inconsciente.
Y ahí es donde estás vos, mísero mortal, dejándote llevar por la inteligencia de una mujer, como si esas neuronas te atraparan y bloquearan todo intento de sinapsis. Por su modo de hablar, ese que te deja sin aliento y solo atinas a quedarte embobado y a ser un oído servil. ¿Será su modo de ver el mundo, esa visión tan rebelde e insatisfecha de que casi todo está mal y hay que cambiarlo por las buenas o por las malas?
Sea cual sea YA SABÍAS COMO TERMINARÍA LA JUGADA, porque viste las cartas tiradas, mientras tu mano estaba hecha cenizas desde antes de que pudieras articular excusa alguna. No fueron las fichas, tampoco los dados. Ni siquiera el azar tiene la culpa. FUISTE VOS.
Regocijo inmortal, pseudo rebeldía de cristal. Ustedes son los únicos que caen en el mismo pozo una y diez veces.
¿Será que les gusta caer?
La Ida ya comenzó.
Y la batalla también, aunque para la guerra falta poco.
No te olvides.
No me olvides.

Nunca tuyo, siempre presente.

Sin Alas

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