jueves, 6 de octubre de 2011

Flores y mujeres

Rei Miyamoto: Takashi, te diré una de las reglas que tenemos las chicas.
Takashi Komuro:
...
RM:
Nos gustan los chicos que son lindos y dulces con nosotras.
TK:
¿Eso es todo?
RM
: Sí, eso es todo. ¿Puede haber algo más importante?
TK:
Creo que yo no cumplo ninguna de las dos.
RM
: Antes no. Eso lo admito. Pero ahora es diferente. Puede parecer que perdiste la esperanza, pero cuando la situación lo amerita te llenas de valor. No necesitas ninguna razón, lo haces solo porque tienes que hacerlo. Sabes lo que tienes que hacer, Takashi. Siempre sabes que hacer y yo me di cuenta de ello. Durante mucho tiempo no lo noté. Es por eso que yo... ¡Quiero estar
contigo! ¡Haré lo que sea para estar a tu lado! Aún si te enamoras de alguien más, de lo contrario no podré sobrevivir.
TK:
No se si estar feliz o molesto. Lo que dices no tiene sentido.
RM:
Es por eso que las mujeres somos difíciles de comprender.
(Diálogo extraído del animé Highschool of the dead, escrito por Daisuke Sato)

Mujeres, bellas mujeres. Aquellos mundos internos a los cuales son difíciles de entrar, explorar y, sobre todo, conquistar.
Ellas, que tanto supieron darle a este envase, ya sea pocas rosas y muchas espinas; más enfermedades que curas; menos soles que eclipses. Y sin embargo, él sigue ahí, yendo y viniendo, de ida y vuelta, buscando su flor. Porque las mujeres son flores.
La primer flor no quiso entenderlo y, sin siquiera dar su brote más colorido como bello, prefirió incinerarse con aceite a crecer con agua. Un corte, algunos años bajo el fuego y jamás supo decir adiós. La indiferencia al corazón.
La segunda, un narciso, fue tan lejos que terminó por cruzar el umbral del averno y se perdió en los rincones más oscuros del infierno. El odio y el rencor al poder por sobre el perdón, gracias a la negligencia y el pecado de la soberbia.
La tercera, y acaso la más bella, pero a su vez la más terca, fue con la que más desangró. Y no importaba cuanto intentara por tomarla o acariciarla, esas espinas terminaban por herirlo más y más. Hasta que ese pimpollo se desvaneció y se perdió en los desiertos de la incertidumbre. Y fue ahí cuando él despertó del letargo que le impuso aquella ilusión hecha belleza. La tristeza de la semilla no correspondida y la sentencia a un coma emocional.
Luego de aventurarse hacia un viaje de ida y navegar por un mar de lágrimas con barcos cargados de sombras, logró cruzar el horizonte y se embarcó hacia la aventura más peligrosa, con la misión más difícil de su vida: enfrentarse y vencerse a sí mismo. Él se esperaba y sabía que algún día debía tener cara a cara su reflejo...
"Lo que no mata, fortalece" suelen decir estos simples mortales de encantamientos fáciles.
El dilema está en cuanto estan dispuestos a sufrir para reforzarse y así abrir la puerta hacia ese misterioso espejismo.
Encontrar el conjuro que logre descubrir la entrada hacia el mundo interior casi inconquistable que representa una de las flores más bellas de la naturaleza: La mujer.

Esos serán tus sentires, tibio humano de encantamientos fáciles, pero no los míos.
Desde el encierro de la libertad, a cada segundo que transcurre los entiendo menos y los analizo más. ¿No alardeaste de un viaje de IDA? ¿Por qué te rebajás a herirte las rodillas en súplicas encubiertas? ¿Cuánto puede soportar tu carga emocional?
Será cuestión de tiempo nada más para que el rayo caiga sobre tus límites y puedas dejarme abrir los ojos de una vez y para siemrpe.

Sin embargo, debo advertirte que me siento más acotado y por ende tiendo a perder la paciencia. No querrás llegar a tanto.
Tu batalla todavía no terminó. La guerra aún no comenzó. Recuérdalo.
Nunca tuyo, siempre presente.

Sin Alas

jueves, 1 de septiembre de 2011

Avenida Corro

Su abuela se había ido al teatro, su madre, a trabajar y su hermana salió con unos amigos por Palermo. El único que estaba en la casa era Alejandro, quien preparaba la mochila para poder salir hacia lo de su padre. El hecho de tener que recorrer las seis cuadras que lo separaban en la caída de la noche y en pleno frío de invierno no lo seducía mucho, pero los deberes familiares son obligaciones al fin.

Su habitación era la mejor demostración de desorden y caos: en la cama desecha dormía Francisca, la gata negra que rescató del colegio cinco años atrás. En el suelo abundaban una mezcla de camperas, remeras y pantalones arrugados, entre los cuales no se sabrían diferenciar los usados de los limpios sin planchar. Sobre el escritorio, una pila de varios papeles y lapiceras cubrían casi por completo la computadora, mientras las puertas del placard de algarrobo estaban totalmente abiertas, mostrando lo único que rompía con aquel paisaje: una camisa doblada y limpia en el estante del medio.

Con la mochila ya cargada de cuadernos, libros y un buzo –lo que la hacía realmente pesada-, Alejandro apagó el monitor de la PC, se puso una campera roja, besó a Francisca en la frente, tomó sus llaves y partió con el poco ánimo que le quedaba. En cada puerta que abría y cerraba para pasar se le escapaba un suspiro de cansancio. Y salió hacia la calle Sarachaga, caminó derecho dos cuadras atrás para tomar la avenida Corro.

En las veredas húmedas por la lluvia de la tarde, había pocos autos estacionados y el container de basura estaba totalmente abierto, dejando a simple vista el rejunte de bolsas negras cargadas de basura. El sol ya se había ido hace rato y la noche comenzaba a imperar en Buenos Aires. El único ruido que se escuchaba eran los pies andantes de Alejandro sobre los charcos. Izquierda, derecha, izquierda, derecha y a cada paso sus neuronas hacían sinapsis para empezar a recordar ciertas cosas.

En la facultad, él logró aprobar las primeras dos materias cuatrimestrales, pero no de la manera en que le hubiera gustado y el orgullo herido como su temperamento se lo impedían. Siempre presionándose a sí mismo con respecto a las notas, los escritos, las relaciones sociales y todo lo que comprendiera su rutina. Todavía resuenan en él las palabras del profesor de Espectáculos, cuando sentenció que esperaba más de él, que había comenzado muy bien y después su rendimiento fue decayendo, al momento que sus dientes se apretaban uno contra otros. -Será cuestión de ajustar tuercas y aumentar la presión- se dijo así mismo.

Antes de cruzar Bacacay, Alejandro tuvo que volver en sí para dejar pasar un auto que venía a gran velocidad y de no ser por su bocina, seguramente hubiera pasado a una extensa lista de defunciones. Tomó un respiro para apaciguar un poco los latidos de su corazón y miró alrededor: las casas tranquilas y silenciadas, con sus ventanas prendidas. Y enfrente suyo, el colegio Sarmiento se erguía con sus mármoles negros, lo que la hacía un verdadero golem oscuro.

Luego del percance y de seguir camino hacia la casa de su padre, el cerebro volvió a su juego para acortar el camino de ida, mientras la luna se asomaba entre las nubes, como si quisiera jugar a las escondidas y espiara que él no la viera.

El segundo problema tenía nombre y figura de mujer, aquel género humano que siempre lo desvivió. Ella, a la que tanto le interesaba y lo movía internamente, aunque no se trataba claramente de amor. ¿Por qué tendría que aparecer otra, justo en el momento en que él había pactado consigo mismo no volver atrás? ¿Por qué cuando él dictaminó no entregarse de momento? ¿Habría motivo para este sentir? Para peor, aquella flor ya tenía dueño y él no podía hacer nada más que comerse las uñas y sentarse a esperar. Las mujeres siempre habían sido un problema como una debilidad para él.

De repente, el sonido de un estallido hizo volver a Alejandro hacia la realidad. La luz había desaparecido en toda la avenida, dejándola casi a oscuras, sino fuera por la luz de la luna que brillaba en todo su esplendor, ya sin nubes que la cubrieran. Y él se encontró quieto, en medio de la avenida, como si sus pasos lo hubieran desviado de la vereda sin que se diera cuenta. Levantó su cabeza y contempló la belleza de aquel cuerpo celeste que poco a poco se transformo en la sonrisa de aquella mujer que lo aquejaba.

De pronto, un sonido de campanadas chillonas hizo que su corazón se agitara y que la mirada se posara hacia delante y ahí se dio cuenta que estaba llegando a las vías del tren. Dos barreras se bajaron por ambos lados y una luz roja jugaba a ser un metrónomo, impidiéndole el paso a quien sabe quién o a qué en la solitaria y oscura calle. A lo lejos, la bocina del tren, que ya salía de la estación de Villa Luro, se hacía más estridente y cercana. Entonces, Alejandro se acomodó la mochila en su mano derecha, sonrió y dijo: -No tengo tiempo que perder-. Y corrió hacia las vías, en la oscuridad de la capital y a tan sólo cuatro cuadras de su casa, mientras el tren se acercaba velozmente.

No necesitó de la simulación de unos actores para entretenerlo cuando su escenario era su propio imaginario, ni de la presión de un trabajo cuando le pesaba la de sus mínimos problemas existenciales y adolescentes, ni la compañía de otro humano cuando tenía la compasión de la luz de la luna. Él estuvo ahí, yendo hacia las vías para poder cruzarlas, con su pesada mochila sobre los hombros, la adrenalina corriendo por sus venas y el tren acercándose.


(Alejandro Caminos, 2011)

Sin Alas

domingo, 31 de julio de 2011

Blues cobarde

Una melodía resuena en mis oídos
una melodía atemorizada entra en acción
algo de vino tinto para el olvido
y un poco de brasas a mi corazón.

No es que no quiera sentarme a discutirlo
pero no le encuentro una razón
¿Cómo puedo juzgarte desde mi encierro?
¿Y por qué transformo esta catarsis en una canción?

29 de julio y el frío toca a mi puerta
mientras las nubes pasean a mi alrededor
en una hora me esperarás en aquella plaza
e iré irremediablemente al encuentro
con una premonición.

Nunca fui de jugar al suicidio ¿sabes?
tampoco soy un buen postor
seguramente tengas en tu repisa
una falsa imagen, algo de lo que no soy.

Malditos sean los ideales, tus ideales
la música de sótano y el dolor
en 60 minutos nos veremos
y todavía no se que decirte, amor.

No tengo hambre, querida
ni ganas de sonreírte más
por el momento sólo quiero sentarme tranquilo
a orillas de un río a esperar.

Sin remedio, vos sos la culpable de este pequeño infierno
Sin remedio, ambas son culpables de ser un sol
Sin remedio, no se definirme
y aún así salgo a tu encuentro.



Blues cobarde de sal, con voz y sin razón.



(Alejandro Caminos, 2011)

Sin Alas

domingo, 1 de mayo de 2011

El vitraux y la sombra

La noche vigía, con sus vientos helados en movimiento como patrullas, acecha durante horas. Los ojos rompen su sello y los pulmones exhalan fastidios para llegar a una única conclusión: el cuerpo se siente descansado y sin ganas de seguir reposando.


Las persianas de la habitación están bajas y en la casa no hay una sola alma despierta que pueda sentir el ajetreo de una cama inquieta. La pieza está sumida en la más profunda oscuridad con el velador apagado, las guitarras acalladas y el teléfono mudo. Sólo se escucha el golpe del aire invernal queriendo entrar.
Las pupilas, enfocadas en un punto ciego del techo, llaman a la memoria a gritos, totalmente desesperadas, para caminar un rato hacia atrás y juntas delinear una forma, crear un ente. Y es así como en la parte más alta del cubículo se dibuja un cristal rojo, seguido de otro naranja, uno amarillo y así sucesivamente, con los más diversos colores, hasta formar un completo vitraux de una mujer con dos pupilas verdes, espíritu de golondrina y esencia de rima. En ambos costados de ella, dos mariposas revolotean alegremente bajo un sol radiante.

Las palabras son totalmente inútiles ante aquella mirada complaciente y esas comisuras silenciosas, que dentro esconden uno de los actos más bellos y rebeldes que la historia de la humanidad haya conocido alguna vez. El deseo y la contradicción encarnan una figura con aromas femeninos.

De repente, una red de alambres captura y sujeta con firmeza los brazos y piernas, dejando en vano cualquier intento de escape. El corazón ruge deseos perdidos a la vez que parece descongelarse, el cerebro entra en cortocircuito y vomita chispas rojas, la boca expulsa conjuros viejos y las retinas crean caminos de lágrimas por las mejillas.

-¿A dónde crees que vas?- pregunta una sombra, sentada sobre la derecha con las piernas cruzadas, proyectada en la pared y con voz inquisidora.

-No lo sé-.

-¿Acaso olvidas el camino de ida que tomaste? ¿No recuerdas las flechas que una vez supieron atravesar tu efímero cuerpo?

-Si, pero...-.

-¡BASTA!- aulla la silueta negra con remordimiento. -No haces más que contradecirte una y otra vez. ¿Qué es lo que quieres demostrar? ¿Compasión, sentimientos, sensibilidad y debilidad? No me hagas reír y no lo olvides: pensar para proyectar y no recordar en mal retroceso ¿o es que tengo que tomar el control total para que no se te olvide?

-No, por favor-.

-Todavía conservas algo de esa inútil humanidad dentro tuyo y sé que todavía sigues fallando. Sé todo, siento todo y me doy cuenta de todo.

-No necesito que te inmiscuyas dentro mío-.

-Parece que tus sentidos dicen exactamente lo contrario. Escucha tu corazón, está volviendo a latir. Siente tus mejillas impregnadas de lágrimas. Y tu cerebro, atascado por esos cálidos sentimientos que de tu pecho brotan.

Las tácticas se siguen dibujando una sobre la otra sobre un mismo tablero, que es la carne propia. Ya no hay palabra que valga, silencio que otorgue y mirada que acalle.

La sombra extiende su mano derecha, mientras en su rostro aparece una sonrisa maquiavélica con colmillos blancos.

-Nunca tuyo, siempre presente- exclama.

Arriba, aquel espejismo convertido en mujer ríe dulcemente y, con una mirada llena de compasión y belleza, extiende su mano izquierda. Las pupilas van de un lado a otro y los alambres comienzan a presionar cada vez más las articulaciones sujetas al punto casi de arrancarlas.

Afuera, la noche se hace más gélida y los vientos más inquietos. La luna sigue de exposición y sigilo en sus últimas horas antes de irse a dormir, con las estrellas como única compañía, mientras, a lo lejos y muy de a poco, el cielo comienza a clarear.

Entonces es cuando la noche se hace insomnio y en la vigilia vuelvo a tener ganas de soñar.



(Alejandro Caminos, 2011)



Sin Alas

martes, 22 de marzo de 2011

Dos

Dos es el número correspondiente al problema. Dos son los caminos estrechos que separan una vida de la otra. Ambos son inciertos como inseguros a pesar de las supersticiones y suposiciones, pero lo concreto es que cada uno tendrá sus lunas y sus estrellas.
Uno lleva a los fríos polares de las miradas indiferentes y ambiciosas, un lugar que Dios siempre olvida visitar. El frío cala hasta los huesos para romperlos y reconstruirlos una y otra vez. Un sitio inhóspito en el cual los nuevos problemas buscan su desafío a muerte y las soluciones se arrastran, moviendo sus pañuelos blancos en señal de atención y calor. Es la tierra de la monarquía insulsa que busca a su primer rey.
El otro sendero conduce al desierto donde El Señor siempre juega con su lupa y los rayos del sol. Los médanos son tan grandes como las mismas montañas y se derrumban con facilidad si no se tiene el más mínimo cuidado. Las arenas movedizas, tramposas e impiadosas, se esconden en el panorama y absorben, tragan y escupen a quien las pise, como araña que caza con su invisible red. El problema es paisaje y la solución, agua. La búsqueda del oasis perdido y el arte de caer en los dulces espejismos decenas de veces.
Antes de dar el último paso hacia alguno de estos paisajes, la lluvia caerá y cada gota susurrará un interrogante: "¿Qué tan malo será romper las cadenas de la moral por una vez?", "¿Qué gano y qué pierdo en este mundo carente de empates?", "¿Por qué y para qué?", "¿De qué me sirve todo esto?", "¿Y sino?", "¿Deberé tomar este atajo, así sin más, por más cruz que haya?", "¿Causas y efectos?", "¿Acción y reacción?". Las preguntas son tantas y reiterativas que llegan hasta el último confín del infinito.
Dos son las caras de la moneda que ya se lanzó hace rato y que gira velozmente por los aires. Una es la opción a elegir antes de que caiga y sea demasiado tarde.


(Alejandro Caminos, 2011)

Sin Alas

domingo, 13 de marzo de 2011

Torrente



Como las nubes que tapan al sol, tu me serenas
y en la foto de ayer, mañana y hoy, ya no desesperan
el fuego y la terquedad contra el asilo
ya no existe más Su Majestad, sólo queda este circo
de un corazón triste en cadenas, mendigando un poco de amor
con la corona caída, olvidándolo.
En las sales de esos paisajes que no me recuerdan
conviven la sed con el pasado, y en la arena
que todo lo entierra sin piedad, sin miramientos
quedó el aliento de los jazmines de primavera
tragados vilmente por el invierno.
Hoy el campo me regaló un horizonte sin fronteras
con una rosa que me susurró al oído que no existen barreras
la luz de las estrellas y el viento glacial
darán a los caminos de tierra como si fuese obra del azar
¿Será el llanto de los dioses y su constante tronar?
¿O el perfume solemne de la luz lunar?
El verde césped con el rocío
son las alas grises de la libertad
y la tinta de todos los recorridos
el sendero a la prisión de un encierro natural.
Torrente gélido de hojas, proveniente del mar
no permitas que el tiempo nos vuelva a encontrar
que tus hielos sean eternos y no me dejen volver
que tus remolinos incesantes no le permitan volver
y desaparecer...
(Alejandro Caminos, 2011)
Sin Alas

jueves, 3 de marzo de 2011

IDA

El camino se aligera lento
como un telón de estrellas que prohíben olvidar
bienvenido al viaje de ida, hermano
de la contradicción triste y real.

La oscuridad de siempre nos cubre
aunque esta vez brille por demás
desaparecer no es un simple antojo
porque ella se vistió de necesidad.

La chispa se hizo incendio
y ahora te ahogás en el mar
tu único timón es este sendero
sin retorno, sin final.

Te cantaron Norte y truco sin aviso
cuando su puñal terminó de perforar
todo sentido como fundamento
convirtiendo al sur en tu prisión, tu encierro, tu libertad.

Pero las agujas siguen en marcha
los paisajes negros varían
que tu tinta sea roja
y tu pluma todavía resista.

La bruma nació para ocultar, confundir y ser dispersa
las pocas luces que quedan son vigías y alertas
bienvenido al viaje de ida
del cual no querrás volver.


(Alejandro Caminos, 2011)



Es hora de hacer otros caminos, otra vez. Es turno de marcar nuevas cartas como también descubrir algunas resoluciones y, como tales, ES HORA DE PONER EN MARCHA ESA IDA QUE TANTO PREDICASTE.
Ya no hay más tiempo para temblores esquizofrénicos como sentimentales, ya no hay motivo alguno para bajar la guardia, PARA VOLVER A CONFIAR ¿o es que se te olvida aquella lejana estrella que te ilumina?
No hay necesidad de esos empalagosos parámetros... no aún.
PENSAR PARA PROYECTAR y NO RECORDAR EN MAL RETROCESO. Que esa IDA TE LO MARQUE, porque, sino, ESTARÁS PERDIDO.
La cuenta regresiva comenzó hace rato y recordá que ESTÁS A PRUEBA, QUERIDO Y SIMPLE MORTAL.

Nunca tuyo, Siempre presente.

Sin Alas.

miércoles, 16 de febrero de 2011

El niño y el túnel

Viajaba en el asiento trasero del auto, solo, mientras adelante mi viejo manejaba en silencio y Silvina, a su derecha, se había quedado dormida debido al exceso de trabajo que tuvo a lo largo de esta semana. Eran las 0.30 y la avenida Avellaneda, con sus semáforos en verde, invitaba a aumentar más la velocidad para llegar lo antes posible a casa, a bajar la ventanilla para sentir el viento golpear el rostro y pensar.

De noche, siempre Buenos Aires (y el mundo en sí) me parecía una gran mina: la extensión de las luces, altas, que iluminan las calles, idénticos a los sistemas de alumbrado bajo tierra, en el cual las bombitas, en hilera, se ubican en el techo. Lo inhospitalario de un lugar oscuro, vacío, en el que no hay un alma que deambule por las veredas y la ausencia de las estrellas en un cielo totalmente negro, donde más allá del mismo debe haber una luz y un nuevo horizonte (¿paraíso/infierno?). ¿Será la necesidad de algo más, tal vez?

Mi primer pensamiento me llevó hacia el arduo año que me esperaba, con nueve materias en total y, como un agregado más, en período electoral. Ya me imaginaba las trasnoches, acompañadas de café, que pasaría escribiendo notas acerca de los candidatos presidenciales (sea Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Scioli, Elisa Carrió o Eduardo Duhalde), sus propuestas y plataformas, la actualidad política del país (y posiblemente analizarla). Y eso sumado a otras actividades como la radio, la televisión, cubrir eventos, los cursos a hacer, conseguir un posible trabajo, pero luego de esa extensión de obligaciones y disgustos, al pensar en la facultad en sí, y como si fuera inevitable, no pude evitar recordarla a ella, Belén, el posible gran disgusto que este 2011 me puede llegar a dar. ¿Tan necio puedo ser al invocarla como un intento de recuerdo pasado y que iba a volver por compromiso? ¿O será tal vez que trato de probarme una y otra vez que ella no es nada más que una simple compañera?

Entonces, antes de seguir maquinándome, desvié su figura hacia Laura, la chica de la voz bella que había conocido sólo de vista en Centro (instituto donde estudio música) y con la que tuve chance de salir en una oportunidad. A menos de una semana de haber salido con ella, le mandé un mensaje de texto preguntándole si quería salir el domingo conmigo hacia el Planetario, pero no obtuve respuesta alguna y, pasada una hora y media del envío, mi cabeza volvió a empezar con sus jugarretas: ¿Habré quedado muy molesto invitándola a salir a menos de siete días de habernos ido a tomar algo y no querrá verme? ¿Se le habrá terminado el crédito y es esa la razón por la cual no tenía contestación? Las mujeres siempre fueron un dilema y muy pocas veces una solución en mi existencia.

No quise pensar más en nada (ni en lo que no es ni en lo que quiero que sea) y miré por la ventanilla baja, a la vez que el viento azotaba mis ojos. De repente un semáforo en rojo frenó la corrida del vehículo y Avellaneda se quedó totalmente quieta en la intersección con Nazca. Por las calles pasaban unos pocos autos y la estación de servicio Shell, que estaba enfrente, se mantenía despierta, pero sin actividad alguna, a la vez que sobre una pared se destacaba la pintada de “Ricardo Alfonsín 2011” como publicidad electoral (lo que volvió a activar el círculo vicioso de facultad-mujeres).

Una familia dobló por la esquina, a mi izquierda, e iban hacia quien sabe donde, sonrientes y felices. Detrás suyo los seguía un niño de apenas cinco años, vestido con una remera blanca, pantalones azules y jugaba con una espada de plástico que centelleaba luces al mismo tiempo que lanzaba sonidos varios de una batalla inexistente. Su andar era totalmente tranquilo y sus pasos, improvisados. Una criatura ingenua - pensé- carente de facultades y obligaciones, que desconoce de los problemas a causa del género femenino, sin ninguna duda existencial y que su mayor preocupación era que su espada siguiera brillando y emitiendo ruidos. Y añoré –hasta envidié por unos momentos- tener esa corta edad: sin musas ni demonios mujeriles que deambulen y penetren la mente, sin política alguna más que la misma diversión propia, sin la necesidad de creer que debe haber algo más y con el cariño constante como empalagoso de unos padres recelosos y sobreprotectores. Aquella criatura, pura, virgen y limpia se perdió en la penumbra de la noche, desconociendo la vida y el sendero por el que transita, a la vez que blandía una espada de plástico como si fuera su única razón de ser.

El semáforo dio luz verde y mi viejo no soltó el acelerador hasta llegar a la puerta de casa. Atrás quedó la pintada de Alfonsín, el celular jamás tuvo respuesta alguna y la secuencia contigua de casas y luces de este túnel llamado Buenos Aires volvió a comenzar.


(Alejandro Caminos, 2011)



Recordar es la excusa perfecta para encubrir un grave síntoma de debilidad, para apabullar los miedos constantes del ¿inminente? rechazo que podría significar el salto al precipicio. ¿Cuándo será que los mortales aprendan concretamente de sus acciones y empleen de manera correcta la experiencia y el dolor obternidos, gracias a sus falencias, para transformarlas en algo más positivo y útil para sus vidas? ¿O será que algunos viven del flagelo propio como una razón para respirar?

El terror se lo enfrenta con heridas, sangre, coraje y sin resignación. Quien no batalla, no gana y quien no llora jamás aprende a reír.

Pensar es la espada de doble filo más temida, que todo lo proyecta, lo crea, lo hunde y destruye. Será que aquella criatura "pura, virgen y limpia" aún no descubrió que poseía dicha arma dentro suyo, pero tenía el fundamento concreto de vivir en sus manos, hecha plástico y luces, blandiéndola al aire. Tal vez sea el reflejo del filo que todo cerebro esconden.

El día que estos simples humanos aprendan a pensar para proyectar y no a recordar en mal retroceso podrán tener el derecho de una ínfima chance de concreción a sus sencillas aspiraciones.


Sin Alas

miércoles, 5 de enero de 2011

Mein Teil: La historia del caníbal de Rotemburgo

Mein Teil - Rammstein (Suche gut gebauten Achtzehn- bis Dreißigjährigen zum Schlachten. Der Metzgermeister.)
Heute treff ich einen
Herrn
Der hat mich zum fressen gern
Weiche Teile und auch harte

Stehen auf der Speisekarte


Denn du bist was du isst
Und ihr wisst was es ist
Es ist mein Teil (nein)
mein Teil (nein)

Da das ist mein Teil (nein)

Mein Teil (nein)


Die stumpfe Klinge gut und recht

Ich blute stark und mir ist schlecht

Muss ich auch mit der
Ohnmacht kämpfen

Ich esse weiter unter

Krämpfen
Ist doch so gut gewürzt und so schön flambiert
Und so liebevoll auf Porzellan serviert
Dazu ein guter Wein und zarter Kerzenschein

Ja, da lass ich mir Zeit etwas Kultur muss sein


Denn du bist was du isst
Und ihr wisst was es ist

Es ist mein Teil (nein)
mein Teil (nein)

Da, das ist mein Teil (nein)

Yes it's mein Teil (nein)

Ein Schrei wird zum Himmel fahren
Schneidet sich durch Engelsscharen

Vom Wolkendach fällt Federfleisch
Auf meine Kindheit mit Gekreisch

Das ist mein Teil (nein)
mein Teil (nein)

Da das ist mein Teil (nein)
Yes it's mein Teil (nein)

TRADUCCIÓN

Mi pedazo - Rammstein
(Busco bien parecido entre 18 y 30 años para asesinar. El carnicero maestro)


Hoy a un caballero conoceré

que tanto me quiere que me va a comer
los pedazos estén blandos o estén duros

están hoy todos a la carta.


Porque eres lo que comes
y sabes lo que es


Ese es mi pedazo (¡no!)
mi pedazo (¡no!)
Ese, ese es mi pedazo (¡no!)
mi pedazo (¡no!).

La roma cuchilla buena y precisa
me desangro mucho y me siento mal
se que debo quedarme despierto
entre convulsiones sigo comiendo.

Está sazonado tan bien
y tan bien flambeado
y tan amorosamente en porcelana servido
acompañado con un buen vino y una tenue luz de vela
me tomaré mi tiempo
algo de cultura hay que mostrar.

Porque eres lo que comes

y sabes lo que es

Ese es mi pedazo (¡no!)
mi pedazo (¡no!)

ese, ese es mi pedazo (¡no!)
Sí, ese es mi pedazo (¡no!)


Un grito al cielo ascenderá
cortando por huestes de ángeles

desde lo alto de las nubes la emplumada carne
sobre mi infancia con gritos caerá.

Ese es mi pedazo (¡no!)

mi pedazo (¡no!)
ese, ese es mi pedazo (¡no!)
sí, ese es mi pedazo (¡no!).

Link del videoclip


Armin Meiwes era un niño retraído, poco sociable y alejado de sus compañeros. En su familia, sufrió la separación de su madre y vivió con ella desde la pubertad y bajo estricta disciplina. Y en su juventud presenció escenas de matanzas de animales, en las que él participaba para luego poder comerlos.
A los 18 años, Meiwes se mudó con su madre a la casa que su familia tenía en las afueras de la ciudad de Rotemburgo, un hogar con 44 habitaciones y denonimada como La casa de los espíritus.
Posteriormente, ingresó al ejército donde se destacó por su disciplina. Era tan apegado a su madre que viajaba junto a ella a las excursiones que la brigada solía hacer y compartían una habitación separados del resto.
En su vida laboral, el alemán trabajó como técnico de computadoras en un centro informático, en Kassel, donde también se destacó por su disciplina y su eficiencia. Mientras, entre sus aficiones, estaba el leer libros acerca de caníbales, muertes y asesinos en serie. Y además coleccionaba partes del cuerpo de muñecas que guardaba en un cofre para ocultarlas de su progenitora.
Su madre murió en 1999 en la casa de Rotemburgo y Meiwes se quedó completamente solo. A partir de esto, comienza a frecuentar imágenes y videos en internet sobre muertes, cuerpos abiertos y otras muchas fantasías violentas que componen el archivo fotográfico de su computadora. Foros como "Gourmet" o "Caníbal –Café" le proporcionan la plataforma ideal para contar y compartir sus fantasías más profundas.
Su primer contacto fue con un cocinero que ofreció a sus dos ayudantes para ser degustados. Meiwes pudos haberlos devorado, sino fuera por las dudas de los cocineros y los dejó marchar porque, para él,
el banquete sólo tenía sentido si la víctima también estaba de acuerdo.
Vía chat, conoció a
Bernd Brandes, un ingeniero de Berlín que era bisexual y de conductas sexuales que se basaban en la violencia y las torturas como rituales del día a día. Entonces se citaron para un fin de semana donde pusieron a prueba sus instintos caníbales. Tras la despedida en la estación, Brandes lo pensó mejor y llamó a Meiwes para que lo recogiese. Quería probar otra vez.
Tras varias horas de conversación, el berlinés, que tenía altas dosis de medicamentos y alcohol en sangre, quiso que Meiwes le amputase el pene. Entonces, el alemán cortó su miembro sexual
en dos trozos, los puso en la sartén aderezándolos con pimienta, sal y ajo y ambos procedieron a devorarlo. De esta forma, Brandes cumplió su fantasía de comerse sus propios genitales.
Posteriormente y tras el desmayo de la víctima a causa de la excesiva pérdida de sangre, Meiwes lo asesinó en la mesa de descuartizar y grabó todo el proceso con una cámara de vídeo. Cortó el cuerpo en varios trozos y los conservó para ir comiéndolos día a día.
Pero este caso no satisfizo al antropófago y meses después se los pasó buscando nuevas víctimas. Un estudiante de
Innsbruck denunció a Meiwes, que aseguraba en los foros haber probado la carne humana. Pero lo sorprendente fueron las respuestas al pedido: varios estaban dispuestos a ser devorados. La policía logró arrestarlo un año después del crimen.
Este caso presenta un hecho nunca antes visto en la historia de la criminología: la fiscalía logró imponerle cadena perpetua por asesinato con motivos sexuales, PERO LA VÍCTIMA DIO SU CONSENTIMIENTO AL ASESINO. Y no sólo este hecho impresiona al mundo, sino que también en Alemania no está contemplado el canibalismo como un delito.



El hambre y la desidia no sólo obliga a los mortales a devorarse entre sí mismos, sino también sus bajos instintos, esos que yacen sepultados en lo más profundo de sus avernos y que despiertan bajo una luz o por el tronar de algún sonido.
Esos impulsos brutales y violentos son los que deciden no sólo sus pasos y su razonamiento, sino también su forma de ser: los amasa, los moldea, los transforma para luego aniquilarlos.
El ser humano no se da cuenta que bajo estos reflejos no sólo se engulle la efímera vida de su presa, dejándole el papel de trofeo o simple botín servil: también se fragmenta y se come así mismo.
Lo que para un espejo es luz, es sombra para el reflejo.
Bajos instintos, PODER ANIMAL: La síntesis de ser para autodestruirse.

¿Será que sus pasos van por las penumbras a causa del capricho ajedrecístico de Dios o podrá ser que sus interminables marchas se deban a las llamas y el divertimento de Satanás?


Sin Alas