miércoles, 10 de noviembre de 2010

Tártaro azul


Podría escribir en esta inhóspita noche
los versos más tristes que pueda recitar
desperté de un largo letargo
y me encontré con tu nombre, nada más.

Un abismo, un choque y dos figuras
que se desangran por dominar
no hay luna si no hay cielo
no hay sol sin que te pueda nombrar.

Grito que el amor se muere, no quiero más
basta de estrellas opacas, paisajes sin horizontes
realidades que, como tal, obligo a distorsionar
mientras tus ojos devastan lo poco que tengo de mí.

Al borde de un suicidio emocional, por más ruta abierta que tenga
como hago para no recordarte más
si siento que la puerta está abierta
que en la oscuridad
te puedo encontrar.

En la retórica de mis silencios profundos y las metáforas ficticias
se esconden el deseo de tus labios carmesí y el cantar de tu dulce voz
Soy culpable como tan imbécil
por volver a caer al tártaro
y devorarme solo en el mismo rincón.

Y mientras mi ciudad se muere, jamás logró importarnos
somos dos desconocidos en el rosal
sólo ruego a un Dios berreta que estés en mis brazos
para poder seguir y caminar de nuevo
sin tener que llorarme por la soledad.

Grito tu nombre en azules misterios
Evoco tu risa frente al mar
Pero no puedo, no debo más que mutilarme en tormentosos sigilos
mientras vos simplemente jugás.

Ay Ay Ay, vuelve el romanticismo idiota en mí
(Alejandro Caminos, 2010)

La dedicatoria se te hace obvia, querido mortal.
Sólo por esta noche voy a dejar en limpio esta combinación, pero eso no quiere decir que vayas a salvarte. Porque, como todo ser humano vulgar, TODO TE LLEGA. SIEMPRE.
NO ME OLVIDES.

Sin Alas

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